Ensueño y vulnerabilidad
por Jaime Iregui
El pasado mes de octubre tuvo lugar en Sao Paulo el Tercer Encuentro
Transregional de Documenta 12 Magazines, donde se contrastaron
propuestas artísticas independientes que, a pesar de las
diferencias del contexto artístico y cultural en que se
inscriben, comparten tácticas editoriales, interés
en la reflexión crítica en torno a las instituciones
artísticas (museo, artista, crítica, academia),
la recepción del proceso artístico y el universo
de ensoñación que produce la lógica del mercado.
“Amkenah” quiere decir “lugares” y es
el nombre de la publicación editada en Alejandría
(Egipto) por Alaa Khaled y Salwa Rashad. A diferencia de las demás
presentaciones del encuentro, la suya tuvo un carácter
poético y sugestivo. A través de una sucesión
de imágenes de distintos lugares de Alejandría,
Khaled leyó en su idioma natal un texto evocando el perfil
del magazine, imágenes urbanas y su relación con
la cultura del lugar, que asume no en un sentido teórico,
sino desde las historias y narrativas que giran en torno a la
noción de lugar como espacio practicado en la vida cotidiana,
sus usos, los hábitos e historias que lo definen.
Erden Kosova, crítico e historiador de Estambul, trató
varios casos de su proyecto editorial “art-ist”, que
opera como plataforma de reflexión sobre aquellas prácticas
artísticas contemporáneas surgidas en Turquía
recientemente, y que tienen en común una actitud crítica
y de resistencia hacia el “boom” local que resulta
de “espectáculos” artísticos como la
Bienal de Estambul. Kosova presentó algunas obras que se
han producido en circuitos paralelos que escapan a la “gentrificación”
del medio artístico local, normalizado y estancado, a pesar
del relativamente fuerte apoyo institucional y de la alta burguesía
local.
La presentación de Esfera Pública partió
de una concepción de la crítica en la que esta no
se asume como juicio valorativo de un objeto artístico,
sino como aquella reflexión que surge del debate sobre
un tema o un hecho en el contexto artístico y extra-artístico.
Se hizo un breve recuento que tocó distintos debates que
han tenido lugar en Esfera Pública, y cómo a través
de ellos el espacio ha venido definiendo unos temas y preocupaciones
en torno al contexto institucional, la producción y recepción
del arte contemporáneo.
La curadora y crítica cultural brasileña Suely Rolnik,
con su texto Geopolítica del chuleo cuestionó el
interés reciente de las instituciones artísticas
por incorporar dentro de sus programas la producción de
los colectivos artísticos que surgen en el Brasil como
síntoma de una nueva fuerza crítica que recurre
a diferentes estrategias de acción, grados de militancia
política y propuesta estética. Así mismo,
señala cómo se produce actualmente la captación
de las fuerzas creativas sociales y artísticas por parte
del mercado:
Fuertes vientos críticos han agitado el territorio del
arte desde comienzos de la década de 1990. Con diferentes
estrategias, desde la más panfletaria y distante al arte
hasta las más contundentemente estéticas, tal movimiento
de los aires del tiempo tiene como uno de sus principales objetivos
la política que rige los procesos de subjetivación
–especialmente el lugar del otro y el destino de la fuerza
de creación–, propia del capitalismo financiero que
se instaló en el planeta a partir del final de los años
1970. La confrontación con este campo problemático
impone la convocatoria a una mirada transdisciplinaria, ya que
están allí imbricadas innumerables capas de realidad,
tanto en el plano macropolítico (los hechos y los modos
de vida en su exterioridad formal, sociológica), como en
el micropolítico (las fuerzas que agitan la realidad, disolviendo
sus formas y engendrando otras en un proceso que abarca el deseo
y la subjetividad).
En Brasil, curiosamente este debate sólo se esboza a partir
del cambio de siglo, en parte de la nueva generación de
artistas que comienza a tener expresión pública
en ese momento, organizándose frecuentemente en los llamados
“colectivos”. Más reciente aún es la
articulación del movimiento local con la discusión
mantenida hace mucho tiempo fuera del país. Hoy, este tipo
de temática comienza incluso a incorporarse al escenario
institucional brasileño, en la estela de lo que viene ocurriendo
hace ya algún tiempo fuera del país, donde este
movimiento se ha transformado en una “tendencia” en
el circuito oficial. Como veremos, dicha incorporación
se refiere al lugar que ocupa el arte en las estrategias del capitalismo
financiero. Ante la emergencia de este tipo de temática
en el territorio del arte, se plantean algunas preguntas: ¿Qué
hacen allí cuestiones como éstas? ¿Por qué
han sido cada vez más recurrentes en las prácticas
artísticas? Y en Brasil, ¿Por qué aparecen
recién ahora? ¿Cuál es el interés
de las instituciones en incorporarlas?
La autora señala cómo el discurso crítico
de estos colectivos es desactivado una vez son absorbidos por
las instituciones, lo que lleva a preguntarnos por las formas
de acción que eviten la neutralización del carácter
crítico de las manifestaciones artísticas que, en
el caso presentado por Suely Rolnik serían los colectivos,
pero que en otros contextos podría tomar forma a través
de tácticas y soportes diferentes.
Una operación inversa –el rechazo- es la que asume
la institución cultural con el movimiento de artistas Soc
Art en la Polonia de los años setenta: Lukasz Ronduda,
del magazine Piktogram, presentó “Down with the pimps
of art” (abajo los chulos del arte) el cual abordó
varios proyectos curatoriales que reinterpretan las prácticas
de estos artistas de la neo-vanguardia local, que perteneciendo
al partido comunista, deciden tomar una actitud crítica
desde “dentro” de la institución. Con esto,
la revista que busca vitalizar y reinterpretar estas propuestas,
que dado el régimen político del momento, no tuvieron
visibilidad y apoyo institucional alguno:
The actions carried out by the Soc Art artists were rejected by
the communist authorities, and the artists themselves were subjected
to repressive action. The story of their “flirt with the
revolution” can be compared to that of the Constructivist
avant-garde in Russia of the 1920s and 30s. The pattern of relationships
between avant-garde artists and the communist authorities was
similar. Soc-artists were doubly repressed: they were excluded
by the political authorities from the sphere where art and politics
intersected, and by the anti-communist artistic community, from
existing art institutions, and finally, from Polish art history.
In Communist Poland there was no situation outside ideology, just
as today in Capitalist Poland there is no situation that is free
from the laws of the market. It is for this reason that the subversive
strategies employed by Soc Art figures like Anastazy B. Wisniewski
(and his Yes Gallery) recall those employed by contemporary anti-corporate
artists (like Yes Man for example). As for the work of Piotrowski,
Pawel Kwiek, Przemyslaw Kwiek and Kulik, their analyses of collective
thinking, interaction, mutual cooperation among individuals, mobilization
aimed at achieving artistic, social and political goals, the right
of the individual (and of the group) to self-representation and
self-realization, a concern for the common good and for common
public space, all demonstrate tropes taken up by the most up-to-date
Polish contemporary artists - by Pawel Althamer, Igor Krenz, Marysia
Lewandowska and Neil Cummings.
La recuperación del archivo y las actividades del Soc Art
llevada a cabo Piktogram, señala cómo desde una
plataforma independiente se puede no sólo reinterpretar
la historia oficial, sino revisar prácticas críticas
que a pesar de haberse dado en otro tiempo y bajo otras circunstancias
sociopolíticas, guardan una gran vigencia y no difieren
mucho de las propuestas independientes contemporáneas.
Otro caso de reinterpretación crítica fue el Sunset
Cinema de la revista Pages. Se trata de un proyecto arquitectónico
-un cinema para realizar un festival de cine independiente- que
de alguna forma intenta desactivar el carácter pseudo-espectacular
de la arquitectura que se está levantando en la isla de
Kish en Irán y se encuentra a sólo 18 kilómetros
de su costa. Kish, a pesar de planearse inicialmente como una
suerte de lugar paradisíaco para captar turismo e inversión
extranjera, terminó siendo destino para el turismo doméstico,
es decir, una zona libre de impuestos y un lugar para el escapismo
del modelo de sociedad que se adoptó en este país
una vez cayó el régimen pro-occidental del Sha de
Irán. Como lo señaló Babak Afrassiabi, artista
y editor de Pages:
The mushroom-like architectural growth of the flat landscape of
this coral island may promise the flourishing of a new life, but
the agitation of style and function in architecture and planning
expresses the unpredictability of this promise. The buildings
in Kish are either a poor imitation of Western style architecture
or a revival of historical periods in Iranian architecture. Every
zone is identified by a different architectural landmark which
gives the illusion of being a focal point for the whole island.
Driving through expansive sandy fields, one arrives at yet a new
site with its own focal point. At each turn one has the illusion
of being in the heart of Kish and of having a total view of the
island. Reacting to an architecture that is identified by its
focal presence, a site-less structure is proposed to host the
documentary film festival of Kish. These are independent mobile
projection units set at different locations throughout the island,
they become temporary side streets off the existing boulevards
and crossroads, opening into spaces beyond the island, into the
imagery space of documentary cinema. The rectangular units are
built from reflective glass. Mirroring the island at different
locations, these units confront the island endlessly with itself.
The site-less-ness of the units alludes to the undecided role
of the island as a place for cultural activities.
Este lugar de ensueño no sólo se ha convertido en
promesa para el turismo iraní, sino que se ve fuertemente
reforzado con la aparición de otras ciudades escenario
como la que actualmente se construye en la vecina isla de Saadiyat
(Emiratos Árabes) que, como ya lo mencionaba Catalina Vaughan,
cuenta con una inversión de 570 mil millones de dólares,
llevando este modelo de paraíso a dimensiones insospechadas:
además de la puesta en escena de esta suerte de ciudad
ideal, ésta contará con sus respectivo Museo Guggenheim
y, lo que es más diciente, con el visto bueno del Museo
del Louvre, que hasta el año pasado se oponía fuertemente
al modelo capitalista del Museo Guggenheim.
Patricia Canetti resaltó el papel que jugó Canal
Contemporáneo para detener indefinidamente el proyecto
de un Museo Guggenheim en Río de Janeiro, cuya mayor oposición
se dio por el hecho de comprometer por un periodo de diez años
una gran cantidad de dinero de los fondos públicos del
Brasil, hecho que seguramente impactaría de forma negativa
en el apoyo que el Estado brasileño imparte a las artes
a nivel local.
En Personas en random, artículo que surge de este encuentro,
Rafael Cippolini -de la revista Ramona- plantea una oposición
entre las ciudades museo, a las que habría que sumar las
que se construyen en las islas de Kish y Saadiyat, que no sólo
consuman el modelo de museo capitalista, sino lo irradian creando
paseos, bulevares y, en definitiva, una versión de “ciudad
histórica” que se caracteriza precisamente por no
tener historia, por ser básicamente un experiencia espacial,
un lugar de ensueño para ser recorrido por esa suerte de
flânneur genérico que es el turista contemporáneo:
Una hipótesis sobre el futuro de las ciudades ya inscrito
en el presente sería la siguiente: coexisten las ciudades
museos (Venecia sería un ejemplo de esto) con las ciudades
de tránsito: urbes que funcionan como un gran hotel de
personas que se desplazan permanentemente de aquí para
allá. La contemporaneidad ya no parece ser propiamente
cosmopolita (la diversidad en un único sitio) sino generadora
de un tránsito nómade. Por supuesto, un modelo se
opone al otro, crea diferencia. Quizá en este momento ambos
sean necesarios: tanto como en la Bienal de Sao Paulo se superponen
dos modelos para entender el arte –en la misma dirección
en que lo plantea Larry Shiner en La invención del arte-:
al esquema central se le formula y presenta la Paralela, una exposición
donde la presencia curatorial se enfatiza en un montaje clásico;
una imperdible muestra de artistas brasileños sin un concepto
central. Un muy buen catálogo de producción formal
y actual. En la presentación del Proyecto Ciudades, en
ramona 63, nos preguntábamos por el uso de las mismas:
una Bienal quizá sirva como modelo para discutir y analizar
estos usos.
Relectura, desbordamiento, actitud crítica
Actualmente cada proyecto participante está en proceso
de publicar sus contenidos en Documenta 12 Magazine, proyecto
editorial impreso y on line, que se propone como un archivo colectivo.
Este portal electrónico dará cuenta -cuendo se abra
al público a fines de marzo- de artículos, videos
e imágenes de cerca de ochenta proyectos editoriales independientes.
Llegará el momento en que se abra la exposición
y se generen espacios de reflexión crítica que de
alguna forma responda interrogantes propios de los espacios invitados.
Por ejemplo, retomando la reflexión de Suely Rolnik en
torno al interés reciente de las instituciones en Brasil
por los colectivos artísticos, podría re-plantearse
la pregunta: ¿Qué interés tiene Documenta
12 en incorporar proyectos editoriales independientes? Si este
es el de crear un espacio de discusión en torno a las tres
preguntas que plantea su equipo editorial y curatorial, un campo
de trabajo podría ser el de generar otras pautas de lectura
a partir de los contenidos existentes, buscar puntos de diferencia,
de relación, reflexionar sobre la experiencia misma de
Documenta 12 Magazine como proyecto editorial y su propuesta expositiva
en Kassel, abrir espacios de debate y concretar modos de colaboración
entre las publicaciones participantes.
Otro campo podría ser, como hizo Piktogram con el archivo
del Soc Art, reinterpretar el “relato oficial” que
edite Documenta 12 con los aportes de los magazines, la forma
de presentarlos y representarlos tanto en la exposición
en Kassel como en sus procesos editoriales. Podría también
dejarse a un lado el tema y las preguntas a partir de las cuales
se articula este archivo –ya contará con cientos
de contribuciones- y abrir espacios de diálogo a partir
de otros temas, otras preguntas, otros contextos.
En este sentido, este archivo colectivo funcionaría como
lugar de encuentro que desborda el hecho expositivo, activando
un espacio de reflexión desde sus mismos contenidos y,
sin que necesariamente funcione como carta de navegación
de la exposición en Kassel, ofrezca al público un
conjunto de reflexiones distintas a las que usualmente presentan
las revistas especializadas que, de una u otra forma, están
determinadas por los formatos de una crítica oficializada
y permeadas por los intereses de las galerías que las financian.
Febrero 2007