www.magazineinsitu.com
puerto
de buenos aires - darsena norte- 26 de noviembre - 2005, 20.30
hs.
edición: -
- -
on
kawara: pura conciencia
josé ignacio roca
En
abril del año pasado se realizó en la escuela Francisco
José de Caldas del resguardo indígena Ticuna-Huitoto
cerca de Leticia, en el corazón del Amazonas colombiano,
una exposición en cierto modo inusitada; la presentación
de siete pinturas de la serie "Today" del artista japonés
On Kawara. El evento fue coordinado por Robert Gómez Godoy
y Pierre Huber de la galería Art + Public de Ginebra, Suiza,
con mi intermediación en Bogotá y la invaluable
colaboración de Gloria Elena Revelo en Leticia.
Art + Public acaba de editar un pequeño catálogo
de la exposición (parte de un proyecto a largo plazo, como
es característico en la obra de Kawara), para el cual escribí
el texto que sigue a continuación.
La
noción de tiempo, percibida por cada cual en función
de su propio contexto cultural, sigue sin embargo siendo algo
universal. Día y noche, mañana y tarde, mediodía,
son todos modos del tiempo que así estén asociados
de manera convencional a la cultura local, son conceptos compartidos
globalmente. No así el concepto de fecha, y en particular
aquella asociada al el calendario Gregoriano, una de las convenciones
culturales más compartidas en todo el mundo. Recuerdo que
cuando niño vi en la televisión una celebración
sobre el año nuevo en China, en un mes completamente diferente
al Diciembre con el que yo lo asociaba; fue muy complejo tener
conciencia, a los seis años, que la noción tan arraigada
de aniversario no era ni mucho menos fija ni universal: era tan
sólo una convención.
La obra de On Kawara ha estado siempre asociada a la noción
de tiempo. Sus "Date Paintings" se sirven de esta convención
y la ligan con lo geográfico, con lo cual se toma conciencia
de su relatividad: una fecha dada es significativa para cada cual
en tanto que le señala un acontecimiento preciso de su
vida personal, de su entorno cercano o de su contexto en un sentido
más amplio, territorio, ciudad, país. Para alguien
que llega a un sitio que desconoce, la fecha es una contingencia
y el acontecimiento que la referencia, también.
Para un artista nacido en Asia pero que vive en Nueva York, enclave
simbólico de la cultura occidental, la noción de
desplazamiento como forma de conocimiento es central - como lo
ha exacerbado en su movimento constante alrededor del mundo. Pero
el trabajo denominado "Pure Consciousness" es de una
naturaleza diferente a la serie "Today". En lugar de
una pintura realizada por el artista en el sitio y contextualizada
por la noticia que selecciona en un periódico local, siete
de sus "Date Paintings" han realizado un viaje improbable
a través de ciudades y continentes, de Sydney a Reykjavik,
de Abidjan a Shangai y de allí a Leticia, el puerto Colombiano
en el Amazonas; la próxima escala será en un pueblo
en pleno corazón de Siberia. Y en todos estos lugares las
pinturas han sido colocadas en un contexto no-artístico
(por lo menos en el sentido más convencional de "espacio
de arte"): una escuela local a donde asisten niños
menores de seis años que es, de acuerdo con Kawara, el
umbral de la plena conciencia sobre las implicaciones de lo social.
Leticia, capital del Departamento colombiano del Amazonas, es
una ciudad joven, resultado de varias contingencias: una población
con una historia a construir. Para nosotros los colombianos, los
habitantes de Leticia (ni siquiera sabemos con cual patronímico
nombrarlos: ¿Leticianos? Leticieños?) no están
claramente definidos en nuestro imaginario social. No reconocemos
un biotipo particular, ni un acento, ni una música - como
sí es cierto respecto a los paisas (aquellos que provienen
de Medellín y de la Zona Cafetera), los costeños
(habitantes de los departamentos del Caribe), o grupos sociales
más precisos como los caleños o los bogotanos: son
una comunidad joven y - al menos desde afuera - no han definido
unos parámetros sociales reconocibles y compartidos en
nuestro imaginario nacional.
Esto se debe probablemente a su propia conformación como
asentamiento de colonización en un territorio completamente
aislado de los centros metropolitanos y del resto de Colombia,
más de cara hacia una región trinacional (Colombia-Brasil-Perú),
con predominio de una cultura de selva y de río. Leticia
es producto de varias inmigraciones sucesivas; inicialmente asentamiento
indígena, este puerto sobre el río Amazonas (y accesible
sólo por esta vía hasta la aparición del
transporte aéreo), recibió un flujo inicial de colonos
en los años veinte debido a la explotación de la
Quina. En décadas posteriores se dieron oleadas sucesivas
de colonos debido a la bonanza del caucho, algo que ocurriría
posteriormente en los ochentas con el oro. En 1932, luego del
conflicto con el Perú - país que invadió
parte del territorio de Colombia en el Amazonas justamente debido
a la falta de presencia del estado en esa zona - se efectúa
la "colombianización de Leticia", una directiva
estatal que tenía un carácter simbólico:
ejercer la soberanía en el territorio.
Como resultado, Leticia es una ciudad híbrida en la cual
la identidad se construye a partir de grupos sociales provenientes
del interior del país, con una presencia importante de
las comunidades indígenas locales, que poco a poco han
adoptado algunas costumbres occidentales como el idioma español,
la religión católica, la ropa y algunas convenciones
sociales, entre ellas el manejo del tiempo.
El tiempo para los indígenas se acerca a la lógica
del Mito: acontecimientos que están íntimamente
ligados a su cosmogonía, a los ritmos de la naturaleza,
a los rituales colectivos, y a las circunstancias invariables
del individuo como ser social: el nacimiento, el ritual del bautizo
y la perforada de las orejas, el rito de fecundidad con la primera
menstruación, las cosechas, la muerte. Son circunstancias
invariables que determinan la vida del individuo en relación
con la comunidad.
Por oposición, el concepto de aniversario pasa a ser pura
convención. Sin embargo, los procesos de "civilización"
han traído como consecuencia una paulatina pérdida
de estas formas de referenciar el tiempo, y poco a poco se han
integrado las nociones occidentales: semana, mes, año,
aniversario, cumpleaños, fecha. La escuela en la que Kawara
colocó sus pinturas está en las afueras de Leticia,
donde la población es heterogénea: mestizos, colonos
e indígenas de seis etnias distintas (Tikunas, Uitotos,
Boras, Cocamas, Yucunas, Yaguas), cada una con su lengua y costumbres
diferentes. Estos niños deben realizar un viaje cotidiano
de tres a cinco kilómetros entre trochas y carretera para
llegar a la escuela. La escuela - y el idioma - son el punto de
encuentro; el sistema educativo maneja el bilingüismo y la
interculturalidad.
En las fotografías se revela la complejidad de códigos
en que se mueven las sociedades contemporáneas híbridas:
el código del tiempo indígena y el occidental, con
el aviso del cumpleaños en la pared. El código de
lo cotidiano y el del arte, del cual probablemente no tendrán
conciencia los niños que apaciblemente reciben sus clases
en el momento en que las pinturas de On Kawara estuvieron expuestas.
En una conversación reciente, Kawara me decía que
le interesaba que la experiencia se realizara con niños
entre cuatro y seis años, pues en ellos la conciencia estaba
en su "estado puro", antes de ser deformada por las
convenciones inherentes a su inserción en la cultura, y
que probablemente muchos de estos niños jamás tomen
conciencia de la presencia de sus obras en la pared, o al menos
no como "arte". Pero esto no le preocupa al artista;
Kawara me decía que para el era suficiente pensar que tal
vez en el futuro alguno de estos niños vería una
de sus obras en otro contexto y tal vez allí se estableciera
un vínculo con la memoria, un "dèclic"
asociativo (se refiere no solamente a los niños de Leticia,
sino a todos los que han participado sin saberlo en el proyecto:
Australia, China, Islandia, Costa de Marfil; es evidente que dependiendo
del contexto hay mayor o menor probabilidad de que esto suceda).
Refiriéndose a este proyecto, el crítico Hou Hanru
afirmaba: "Si lo contemporáneo puede facilitar los
intercambios trans-nacionales, trans-culturales, trans-raciales
y trans-generacionales en la era de la globalización, entonces
en el proyecto "Pure Consciousness" de On Kawara, con
el tema de la comunicación en su centro, es sin duda un
proyecto muy preciso y eficiente". La presencia de las obras
de On Kawara en un contexto no deformado por los conceptos convencionales
de lo que es "cultura" y lo que es "arte"
tiene la posibilidad de generar una relación más
directa e inmediata, no mediada por los parámetros culturales
de la institución Museo ni por la actitud convencional
frente a la Obra de Arte.
Borges decía que el azar y el destino son dos nombres para
la misma cosa: el día en que se realizó a exposición
de On Kawara en Leticia, la ciudad estaba cumpliendo 134 años
de fundada. Anaconda, el periódico local, reseñaba
así la celebración: "134 años de atraso
de la otrora llamada 'Ciudad luz de la selva'. Su historia alegre
y amarga la conocen propios y extraños. El reloj de la
historia en la capital del Amazonas se ha parado; olvido e indiferencia,
el camino de la miseria referenciado por José Eustasio
Rivera permanece intacto desde La Chorrera hasta Leticia o desde
Tarapacá hasta El Encanto".
En su austera presencia, la obra de On Kawara tiene la capacidad
de mostrarnos que estamos vivos al evidenciar el paso del tiempo.
Pero el encuentro con ella evidencia también que ese paso
es relativo y que su percepción está asociada a
nociones culturales como la de progreso. La inclusión del
tiempo (y del arte) occidental en una escuela rural del Amazonas
no hace sino poner el dedo en la llaga sobre la operación
que está teniendo lugar allí: niños provenientes
de diversos asentamientos recorren diariamente grandes distancias
- entre trochas y senderos - para recibir "clases",
que les ayudarán a des-aprender conceptos y formas de vida
que siglos de tradición oral han construido en estrecha
comunión con el entorno (evidentemente, desde otra óptica
se puede argumentar que se trata más bien de un proceso
de retroalimentación e interculturalidad). Dos horas de
camino para llegar "a tiempo" a la escuela. Evidentemente,
la globalidad del proyecto itinerante de On Kawara sólo
toma sentido en su más radical localidad, y al hacerlo
revela las brechas que ponen en cuestión la lógica
del proyecto moderno.
José Roca
Curador
y crítico colombiano con formación en arquitectura,
museología y crítica de arte (Whitney Independent
Study Program, Critical Studies). Co-curador 27 Bienal de san
Pablo 2006, Co-curador Trienal Poli/gráfica de San Juan,
Puerto Rico, entre otras. Catalogos y libros: "El Panóptico
observado: notas sobre la obra de Juan Fernando Herrán,"
Juan Fernando Herrán (Bogota: Universidad de Los Andes,
2004), pp 83-95. "Ausencia/Evidencia," Entre Líneas
(Madrid: La Casa Encendida, 2003), pp 77-91. "Pure Consciousness,"
On Kawara: Consciousness. Meditation. Watcher on the Hills. (Dijon:
Les Presses du Reel/IKON, 2002).
INTERARCHIVE, Archival Practices and Sites in Contemporary Art.(Lüneburg:
Verlag der Buchhandlung Walther König, 2002).
Una mirada cotidiana," Doméstica: una mirada cotidiana,
(Bogotá: Biblioteca Luis Ángel Arango, 2001).
Dirije desde 1994 las exposiciones temporales de la Biblioteca
Luis Angel Arango en Bogotá. Forma parte de VOTI (The Union
of the Imaginary), un foro online de discusión sobre práctica
curatorial-