Como ya se habló en el Magazine anterior,
límite comprende distintas nociones,
pero me interesa rescatar
la idea de continuo.
En síntesis se podría definir al lenguaje
como un límite de infinitas posibilidades,
lo que implica una concepción basada en su propia contradicción.
( es decir confín y comienzo,
lo que está dentro y lo que queda afuera en un mismo acto)
Hasta acá esto suena más o menos abstracto,
entre otras cosas porque límite implica también la
relación sujeto – objeto.
Pero,
¿para qué hablar de lenguaje?
Me sucede haber compartido con otros
la misma impresión
acerca de algunos modos de argumentar
en torno a la obra de arte en los textos de la crítica
y también en los textos y comentarios que hacen los propios
artistas.
Textos y comentarios que explican
las intenciones o motivaciones de un proyecto.
La palabra reflexión es tal vez el denominador común.
Algunas
veces leemos escritos en clave poética,
otras veces los textos se ajustan al aspecto técnico del
proyecto.
Otros textos, en cambio, se refieren a la obra
haciendo un diagnóstico más bien universal.
Pero,
¿En
qué ocasiones se alude al lenguaje de la obra?
¿Se
debate sobre lenguaje?
Se
hace énfasis en la llamada intención del artista
como una esencia a develar, para trasponer
–necesidad de percibir-
eso que estamos viendo,
casi siempre con la ayuda del texto
que cuenta sobre qué reflexiona la obra.
Pero,
¿en
qué grado contribuyen hoy los textos a interrogar una obra
en términos de lenguaje?
¿Se
comentan o se discuten habitualmente
las obras desde este punto de vista ?
Suponiendo que efectivamente se da
una tendencia dicotómica entre asunto y modo:
es decir, intenciones por un lado y articulaciones formales aparte,
lo que trato de decir es que el problema del lenguaje
corre el riesgo de quedar bastante afuera del marco teórico,
más bien
aislado al orden de lo técnico o a los estudios específicos.
Quizás
por temor a pasar el invisible límite del juicio,
quizás también por un déficit de formación,
la información
desplaza al análisis – análisis que por cierto
implica un grado de exposición del propio sentir y pensar-.
La información, las comunicaciones, influyen de distinto
modo
en las producciones artísticas y las formas de recepción
desde estándares estéticos, tecnológico-formales
y también políticos.
Pero influencia no es lo mismo que experiencia del lenguaje.
Experiencia (...estética o de otro tipo) implica un grado
de distancia subjetiva, crítica frente a las formas o modelos
legitimados
en la información y la comunicación
así como es necesaria para prestar atención a lo que
resulta diferente.
Subjetividad
y distancia digo sin pensar en un lenguaje y una experiencia primigenios,
o canónicos.
Por
estar la experiencia relacionada con lo íntimo es intransferible
-que suele confundirse con inexpresable-
Mientras lo expresado teme convertirse en juicio de valor.
Sin embargo, la experiencia no es inefable porque es posterior a
lo vivenciado y -por estar implícita en el lenguaje- se puede
transmitir.
Esto vale para cualquier experiencia, incluida la experiencia estética.
Si
decimos que el lenguaje
no es mero vehículo de ideas
sino la forma en que ellas son presentadas,
esto requiere de nosotros una disposición
sensible y meditativa,
algo subjetivo
que es comunicable.
El lenguaje,
surgido de la experiencia (subjetiva – intersubjetiva –
intensa – débil – rica - etc) se realiza en el
diálogo, en el proceso de creación en relación
al mundo.
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para estar a la escucha, a la mira o a la cas(z)a del lenguaje –
cas-za con ese y con zeta,
en palabras de Alicia - necesitamos percibir poéticamente.
Y
para volver a la pregunta de para qué hablar de lenguaje
diría que para una puesta en común de la experiencia
con las formas del arte atravesadas por la realidad y el contexto
– para la calidad del debate sobre esas formas
y para una ética del intercambio
mara facchin
artista visual, vive en Buenos Aires
Artista
visual y docente del IUNA (Instituto Universitario Nacional de Arte)
en Argentina .Desarrolla una obra gráfica relativa a la iconicidad
del mobiliario burgués y su emplazamiento espacial. Dentro
de su obra gráfica cuentan también los Revisteros,
vitrinas con revistas de su propia invención cuyas tapas
ironizan sobre diversos géneros. Ha hecho videos e instalaciones.
Su obra integra el patrimonio del Museo de Arte Moderno de Buenos
Aires y de otras instituciones en su país y en el exterior.
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