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charla
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“Culturales
Objetos Suntuosos”
interferencias
Magazine in situ en arteba 2006
francisco
ali brouchoud, , pio torroja
modera:
daniel goldaracena
martes
23 de mayo 2006, 19 hs.
Alicia
Herrero:“culturales objetos suntuosos” generó
bastante suspicacia en las charlas anteriores. En realidad es la
nominación técnica de "obra de arte" en
términos de bienes patrimoniales, en términos, inclusive
de gravámenes. Me interesa cómo es nombrada desde
esa perspectiva técnica.
Pío Torroja:
Incluso en la oficina de AFIP / DGI, acá, a la entrada del
Barrio Joven de ArteBA
A.H.:
La calificación de “cultural” es porque esta
categoría técnica también incluye también
a aquellos objetos suntuosos de valor patrimonial histórico,
como archivos. Entre suntuoso y cultural hay una serie de extras
muy interesantes que generan una inflación económica
y perceptiva. Me pareció atenuado titular las charlas de
este modo para poder ingresar en la problemática de valor
en un contexto de feria de arte. Entonces preguntaba si estas obras
atraviesan “inmunes” el mercado, si finalmente está
tan aceptado y tan incorporado el mercado, tan naturalizado, que
no las afecta… Digamos, me interesa ver estos comportamientos.
Bueno, por esto pensé que estaría bueno armar estas
charlas y reflexiones con muchas voces y situarlas en el corazón
mismo de una feria de arte.
Francisco
Ali Brouchoud: Yo pensaba que me atrae más la cuestión
de lo escrito, como una base para empezar a pensar. Y cuando recibí
tu invitación y las preguntas estuve viendo que en realidad
esas cuestiones que vos planteabas resonaban con algunas cosas que
yo ya venía pensando. Hoy escribí algunas cosas y
después también otras que estaban en función
de ese hilo que ya tenía. Anoté algunas cosas y traje
algunas cositas para leer. Podemos leer una parte, me interrumpen
si quieren. Lo escribí hoy a la mañana pensando un
poco así, en caliente, en el hecho de la pregunta y en el
hecho de venir a hablar acá y charlarlo con ustedes. Estas
preguntas para mí eran muy oportunas, esta cuestión
de lo suntuoso, que yo la traduje un poco como la problemática
de la obra como mercancía. Me interesa particularmente porque
son preguntas que yo mismo me estoy haciendo con respecto a mi propia
práctica como artista. Y con cosas que me suscitaron un poco
recorrer la muestra de ArteBA, esta feria este año acá
y el año pasado, por cosas que vi. Y bueno, la sensación
que me produce es que estos son como síntomas de algo que
está pasando en el campo del arte, este pequeño sistemita
del arte que tenemos en la Argentina, que se están produciendo
algunas modificaciones y no veo que estas cuestiones se estén
debatiendo con la amplitud o la profundidad que me parece que merecerían,
desde mi punto de vista, ¿no?
Por ejemplo, a mí me parece una cuestión importante
preguntarse si no resulta como muy sospechosa esta súbita
y abierta conversión de ArteBA en una feria de arte contemporáneo.
Algo que se vio el año pasado. Sé que se habló
de ArteBA, pero me resulta inevitable hablar de ArteBA porque es
el lugar donde estamos funcionando y hablando. Entonces me pregunto
esta cuestión de la conversión -y empleando el término
conversión casi con el sentido con que uno puede hablar de
un artículo de fe, porque me parece que algo de eso hubo.
Declararse públicamente una feria de arte contemporáneo
y que este hecho sea celebrado por los organizadores de ArteBA,
etc. Y me pregunto por qué estos organizadores de ArteBA,
el núcleo duro que viene sosteniendo ArteBA desde hace un
largo tiempo, no nos dicen qué pensaban antes de la conversión
al arte contemporáneo. Me pregunto qué pensaba esta
gente del arte contemporáneo, de las prácticas artísticas
contemporáneas, antes del año pasado, por ejemplo,
cuando uno puede encontrar marcas en el discurso público
muy específicas que declaran a ArteBA formalmente como una
feria de arte contemporáneo. O sea, qué pensaban no
solamente del arte contemporáneo sino qué pensaban
del arte en términos generales. Y por qué razones
la conversión se produce ahora.
A.H.: mercado,
mercado.
F.A.B.: En realidad,
que es un poco lo que escribí, lo que pensaban antes ya lo
podemos deducir, pero qué cambió en las condiciones
del campo para que se produzca este hecho. Otra cuestión
que también me parece que es significativa es el espacio
y el esfuerzo que los grandes medios de comunicación le dedican
ahora al arte contemporáneo. De golpe el arte contemporáneo
se volvió interesante, nadie encuentra nada cuestionable
en el arte contemporáneo...
A.H.: No hiere
a nadie…
F.A.B.: No hiere
absolutamente a nadie. Encuentro lógico que La Nación
celebre y aplauda todo esto, y que publique un suplemento, Clarín,
etc. -los diarios Clarín y La Nación, que no tienen
mucha diferencia tampoco. Pero, digo, lo que me pregunto es qué
está pasando con el arte que es celebrado de esa manera,
qué pasa con la potencia crítica del arte, que todos
estos síntomas comienzan a ocurrir y a nadie de alguna manera
le parece que esto tenga que provocar un debate. Qué pasa
cuando para entrar... o sea, con esta ghettización del Barrio
Joven, que el año pasado parecía una idea relativamente
interesante, donde se supone que están los espacios más
críticos o menos atados a las condiciones del mercado, de
repente para entrar a esto... esto está ghettizado, está
separado del resto de la feria, se entra por un túnel donde
aparecen las marcas de los sponsors: aparece Coca Cola Light y los
chicos que producen obra para Coca Cola Light. Lo que digo, en términos
generales, no me parece mal pensar en la obra... porque en última
instancia la obra puede ser una mercancía, puedo llegar a
admitir que esto sea así, no es que estoy en una posición
fundamentalista de decir que la obra no puede ser pensada como mercancía.
Lo que me pregunto es qué se pierde de la obra cuando es
absoluta, plena y únicamente una mercancía. Dónde
queda ese filo, esa potencia crítica y por qué de
alguna manera esta situación es casi celebrada o aceptada
bastante pasivamente. Esas son las preguntas que yo ya me hice en
función del año pasado, de lo que vi el año
pasado y me parece que este año también, están
como exacerbados. De repente, me acuerdo una escena que vi el año
pasado de una chica, digamos, de altos ingresos, preguntando en
una galería por una obra, que era una pieza que estaba hecha
con resina y con hilos, que estaba enrollada en algo, que le preguntaba
al galerista cómo funcionaría esa pieza como alfombra
y si se podía pisar y si al pisar se podía romper.
O también escenas de ver, así, a gente que está
trabajando para ciertos coleccionistas que empiezan a comprar desesperadamente
y por cien pesos o ciento cincuenta pesos dibujos de artistas emergentes,
que es un término que cada vez significa menos si es que
significó alguna vez algo, y de repente estos artistas creen
que está bueno vender, y por ahí para ellos está
bueno, porque son buenos artistas, y hay como una fiebre, una cosa
casi de puja, de mercado persa, ¿no? Todo eso parece que
está bueno. ¿Está bueno? ¿Síntomas
de qué son estas cosas? ¿Que el mercado crece? ¿Que
estamos mejor? ¿Está bien que sea así? O sea,
qué pasa con ese arte que es sometido a todas esas cuestiones.
Sería eso lo que se me ocurrió preguntar.
Pío Torroja:
Una cosa que venía pensando hace un tiempo, como una hipótesis
complementaria con esa, que era: qué pasaba si esa... Tenemos
como mercado... yo decía: mercado y política. Esto
de herir podría ser hacer política. Es una opción
para empezar a pensar algo. Cuando yo vengo de Holanda, por ejemplo,
y ahí hay pasión por el mercado, el mercado en la
calle digo, el mercado de frutos o lo que sea, y es raro porque
es una palabra con privilegios sociales. Porque es un lugar, en
una sociedad bastante individualista, donde vos podés intercambiar
algo con otros. Entonces se me ocurrían estas dos hipótesis
al mismo tiempo: bueno, lo que es arte podría tener cierta
potencia porque está relacionado con la política,
porque puede criticar el mercado; o la otra hipótesis que
se me ocurría que podía ser complementaria con esto
que estamos hablando, sería exactamente al revés.
Por ahí, podríamos tener una hipótesis donde
el mercado sería lo mismo. Por ejemplo, se me ocurría
esta posibilidad con lo de suntuoso, se me ocurrían dos palabras.
Una era mercancía, de la que estábamos hablando, y
la otra se me ocurría que era una traducción -medio
libre pero la encontré en varios diccionarios- de currency,
que se utiliza como divisa, que se usa como papel moneda también.
Pero divisa, también como si vos dijeras la divisa del Iluminismo,
la divisa como una alegoría, y que es como una contraseña.
Como la divisa punzó. Como una especie de signo entre personas,
como el signo griego del ánfora partida que todos tenemos
un pedazo, lo juntamos y somos todos de esa secta. Y en ese sentido
me pareció una hipótesis a pensar qué pasa
si no hay diferencia entre un arte como más afuera del mercado
o que está afuera del mercado y lo puede criticar, sino simplemente
qué pasa si consideramos todas las acciones... Después
se me ocurría que se podría dividir entre fabricación
con un plus de cosa afuera de la acción social: bueno, hacés
un objeto y queda como aislado del intercambio social; o pensar:
bueno, el objeto es sólo una excusa para un intercambio social,
una acción. Bueno, en esa hipótesis pensaba, por un
lado, no hay economía sólo política, y cualquier
movimiento económico que tenga cierta potencia es una política
tal. Que puede ser más potente, más abarcativa, más
coercitiva...
A.H.: Bueno,
yo creo que de hecho...
P.T.: Digo,
qué pasaba con una hipótesis cuando no trazás
una línea de los que están criticando y de los que
no, sino simplemente como si estuvieran todos contra todos.
A.H.: Bueno,
yo pensé que el hecho de que esta colección pudiera
venderse solamente íntegramente y elegir nosotros a quién...
P.T.: A quién
vendérsela...
A.H.: Claro,
después de una “investigación” poder seleccionar
cuál es el destino de este archivo de páginas, de
esta colección (si finalmente se decidiera venderla tendría
que haber un muy buen motivo), me parece una actitud absolutamente
política. Y, al mismo tiempo, está comprometiendo
otras reglas de juego en cuanto a lo que son reglas de mercado:
hay mercado, está bien, pero en este caso habría una
inversión de las reglas, mediante un Casting seleccionar
al comprador.
P.T.: Lo que
me parece interesante de eso es que si entendés la compra
y venta como una especie de contrato, depende cómo hagas
el contrato tiene cierto valor político: puede ser más
igualitario, más coercitivo, más violento, menos violento,
digo, pero se podrían discutir esos términos contractuales
como lo estás proponiendo vos. Bueno, en vez de que la demanda
te imponga ciertas reglas podría ser al revés, que
la oferta podría imponer ciertas reglas. Digo, en este caso.
A.H.: Claro,
en un punto es: dado que esto existe así y el mercado es
el discurso…la pregunta sería cómo interferirlo…,
las prácticas contemporáneas en su expansión
involucran las construcciones que están alrededor del objeto
en sí. Entonces ya no hay una problemática de la frontera:
hasta acá es el objeto arte y todo lo demás es la
sociedad o el sistema pautado. El artista puede estar interactuando
todo el tiempo en esa situación fronteriza cada vez más
híbrida proponiendo otro sentidos. El planteo que vos hacés,
de esta cuestión de la mercancía y analizar de qué
manera se desvía ese juego de poder en el que siempre está
involucrado el arte. Por eso pregunto: ¿sale inmune?
F.A.B.: Bueno,
mi idea no era demonizar ni poner, así, una situación
muy bipolar en sí o no al plantear la cuestión. De
hecho, creo que la cuestión es bastante más compleja.
Sí, pero un poco las preguntas que vos planteaste, y un poco
salteando el orden de esas preguntas, que es más o menos
en esa línea. Yo creo que respecto a esta cuestión
de qué hacer, porque en realidad acá se plantea como
un dilema, ¿no? El dilema es: cómo enfrentamos esta
situación, esta presión del mercado, este dilema de
producir para un mercado, sometido a sus leyes, o de alguna manera
lograr una organización que nos permita discutir más
o menos en pie de igualdad los términos en los cuales esa
transacción va a tener lugar -aceptando que tenga lugar-;
o bien retirarse totalmente, en el caso en que esto también
sea posible, cosa que no sé si es totalmente posible. Me
parecen como posiciones diferentes. Por ejemplo, una posición
que me parece que es la que se está planteando acá
en esta charla y que se plantea en muchas otras posibilidades, que
también he tratado de hacerla en alguna obra, es plantear
este lugar que se llama la crítica institucional, es decir,
adoptar una posición crítica desde adentro... Si uno
pensara en obras, pensaría en Andrea Fraser o en Hans Haacke,
digamos. De estar adentro y provocar desde adentro, hablamos del
sistema del arte, del mercado que implica este sistema, hacer una
crítica desde adentro que a mí, personalmente, me
parece muy arty. No me satisface en este momento, lo que no quiere
decir... me parece que es totalmente válida, ¿no?
P.T.: Cuando
decís muy arty queda adentro, como muy inscripta.
F.A.B.: Que
está un poco, no del todo, pero me parece que está
un poco gastada, que puede conservar cierto grado de potencia pero
en mi caso la veo como un poco erosionada ya, bastante cooptada,
con esa capacidad de cooptación que tiene...
P.T.: Pero esa
la veías como que en algún momento fue una posibilidad.
F.A.B.: Sí,
incluso todavía la sigo viendo como una alternativa, como
una solución provisoria, digamos.
A.H.: Pero también
la pregunta sería: ¿hay algo fuera del lenguaje?
F.A.B.: A eso
iba. Me estaba planteando alternativas y me parece que esta es una.
A.H.: Si uno
ya piensa que las prácticas artísticas contemporáneas
se expanden y pueden interactuar con lo que posiblemente pueda ser
llamado el más allá del arte...
F.A.B.: No,
eso... Mirá, te digo lo que anoté...
A.H.: ... ya
es como muy difícil decir donde termina el arte. O dónde
terminan aquellos signos que el artista puede utilizar para poner
en juego sentidos en sus producciones…
F.A.B.: Sí,
yo estoy de acuerdo. Creo que en realidad las posiciones políticas
del arte más interesantes se dan en el lenguaje, justamente.
De eso estoy convencido. Es más, te digo, lo que anoté
cuando venía en el taxi es: "La dimensión política
del arte se juega sobre todo en su lenguaje e incluso en su lengua”,
porque la preservación de la potencia crítica artística
depende de una libertad que a mí me parece va en una dirección
contraria de la que presenta el mercado. O sea, justamente en esos
términos, porque, bueno, hay una presión del mercado,
como vos misma contaste hoy, para reducir la cuestión a lo
objetual, a lo manipulable, a lo que pueda ser objeto de una transacción,
o sea, todo lo que evite ser objeto de algún tipo de transacción,
evite ser metido en esa reducción de manipulación,
por lo menos se trate de evitar, ¿no?, desde el punto de
vista del mercado. El arte va para otro lado. Hay como una lucha,
un combate.
A.H.: No todo
el arte va por otro lado. Esto también es muy interesante,
hay artistas que de algún modo presentan discursos críticos
y sus producciones circulan a precios muy altos, muy elevados, que
cotizan en las grandes galerías de subastas conocidas. Por
un lado están desarrollando un proceso absolutamente crítico,
por otro lado la obra cotiza miles y miles de dólares…
Esta es como una esquizofrenia de las artes visuales.
P.T.: ¿No
podría ser como un síntoma de doble éxito?
Digo, si lo pensaras más como una estrategia de infiltrarte
en la sociedad o de poner un discurso en la sociedad, si la obra
es crítica y encima se incrusta en el mercado, bueno, tenés
éxito.
A.H.: Sí.
Podría ser visto optimistamente así. Y también
podría aparecer la pregunta: si ese aspecto crítico
finalmente es tal ¿no?. Por eso insisto con esta situación,
¿qué pasa con esta cuestión del mercado y las
cotizaciones sobre todo en un determinado tipo de producciones?
P.T.: Quizás
estaría bueno ver, si pudiéramos pensar, qué
es eso cuando vos decías herir...
A.H.: O provocar
por ahí...
P.T.:
Herir es bastante extraño, me pareció interesante.
Bueno, primero tendríamos que ponernos de acuerdo si está
bueno que el arte sea eso lo que haga, podría ser. Y en ese
caso, qué sería, cómo sería, si es cuantitativo
o cualitativo. Porque yo decía herir, estaba tratando de
encontrar como qué sinónimo yo podía ponerle.
Digo, quizás puede ser que pueda cambiarle a alguien algo.
Eso puede modificar una mentalidad o, mejor aún, alguna situación.
Y en ese caso se me complicaba, porque decía: claro, pero
hay muchas situaciones al mismo tiempo -olvidándose de la
experticia o de cierta esfera, la esfera del discurso del arte-.
Si lo pensás, bueno, el arte puede herir porque tiene una
manera bastante potente y particular de impactar en una mentalidad,
en un pensamiento, en una sensibilidad o en una situación
o en un discurso. Pero muchas cosas tienen eso: la política,
la publicidad, los organizadores de ArteBA. Digo, en algún
sentido, por ejemplo, una obra crítica, no sé cuál
hay en este momento acá, puede llegar a tener como una...
(voy a decir algo ahora de lo que después me voy a arrepentir,
pero lo voy a plantear como hipótesis). Digo, puede ser que
una obra crítica sea como cualitativamente muy incisiva y
logre, dentro de un discurso, desarmarlo o herirlo o atacarlo, pero
al mismo tiempo la organización de ArteBA con toda su aparatosidad
e integración en el mercado, bla bla bla, quizás a
nivel cuantitativo -no cualitativo- distribuye la idea de que hay
una cosa que se llama arte -por lo menos en la Ciudad de Buenos
Aires- y que ese arte es contemporáneo y que no se sabe bien
qué es. Y afecta minimamente a un montón de gente
con esta idea en el espacio público de que hay algo que se
llama arte y que no se sabe qué es. Entonces ahí digo:
uy, y pero ¿cómo, hay dos modelos? No. Y no están
haciendo cosas tan diferentes tampoco, están tratando de
desarmar situaciones, algunos concientemente y otros no. Entonces
yo decía no sé, porque por un lado -y esto me arrepiento
de decirlo- estamos diciendo que ArteBA puede ser educativo para
la sociedad, pero me parece que estaría bueno ponerlo en
discusión en relación a, por ejemplo, una obra buenísima,
que realmente el que la entiende dice "esto es increíble"
y afecta a un núcleo de gente.
F.A.B.: Eso,
de hecho, siempre puede ocurrir. Me parece que la pregunta que vos
hacías de qué tiene el arte, digamos, y otros discursos
también tienen esa capacidad de impactar, es que lo que creo
que tiene es justamente esta cuestión de la libertad. Es
decir, el artista tiene esta libertad a su disposición, casi
podría decirse que la libertad de expresión en un
sentido muy concentrado, ¿no? Y esto no es poca cosa. Por
supuesto que hay otros discursos que también lo tienen pero
yo creo de hecho en una especificidad del discurso artístico
y creo que eso es lo que de alguna manera hay que tratar de preservar,
no sé si es esa la palabra. Que es lo que puede quedar de
alguna manera mediado en situaciones en las que hay otro tipo de
presiones. Pero lo que pensaba, digamos, como alternativa era...
Porque yo decía hoy: lo de la crítica institucional
es una alternativa, seguir haciendo obra pero una obra que se plantea
como crítica del mismo campo donde está inserta. La
otra alternativa, que han ensayado los artistas a lo largo del tiempo,
que lo mencionamos acá, es tratar de equilibrar fuerzas.
Por ejemplo, hay antecedentes, lo de la Art Workers Coalition, armar
una especie de gremio de artistas visuales o de organización
de tipo gremial que no tiene el carácter de los gremios que
conocemos sino como un gran colectivo de artistas que están
sindicados y que de alguna manera definen acciones políticas
conjuntas, acciones fuertes como en ese momento de la Guerra de
Vietnam, en Nueva York a fines de los 60. Y la otra alternativa
la hizo un tipo que a mí me parece muy importante, que es
Seth Siegelaub, que casi lo podríamos considerar como uno
de los primeros curadores, o sea, fue el primero que tuvo conciencia
de ser un curador, fue el primero que hizo muestras de arte conceptual,
el que planteó que un grupo de documentación podía
ser una obra. Bueno, él hizo este proyecto, el proyecto de
documentación que es este contrato para que los artistas
puedan vender su obra, que se alió con un abogado que se
llama Bob Projansky. s como un contrato pro-forma, que preserva
absolutamente todos los derechos del artista en esa transacción.
Por eso, yo no digo que estoy en contra de la transacción,
lo que digo... Y creo que el artista tiene derecho a vivir de lo
que hace y puede legítimamente plantearse hacerlo de su obra.
La cuestión es en qué términos y de qué
manera.
A.H.: Por eso
una de las preguntas que yo hacía al final era esto: si es
el artista un trabajador. Porque también me interesaba enfocarlo
desde esa perspectiva, porque hay un lugar histórico para
el artista y un rol determinado, que socialmente es entendido casi
desde una pasividad absoluta donde la producción termina
en el estudio y el artista como genialidad. Entonces, me parece
que esto también se está discutiendo y hay importantes
trabajos teóricos acerca de estos asuntos.
F.A.B.: Esto era una cuestión de que, por ejemplo, si un
museo tiene una obra, o alguien tiene una obra tuya y la va a vender,
tiene que pagar cada vez que la venda, cada vez que esa obra se
vende hay un porcentaje de esa venta que vuelve al artista, cada
vez que esa obra se exhibe hay un derecho. Que esto también
puede estar en total contradicción con todas estas cuestiones
de copyleft, toda esta idea antigua de la propiedad intelectual
que está en crisis. O sea, lo que digo es que a lo largo
de la historia del arte más reciente hubo estrategias diversas
a través de las cuales los artistas buscaron equilibrar fuerzas.
Que es como: o te mantenés en el sistema y lo criticás,
o buscás estrategias para equilibrar fuerzas, y hay otras
alternativas que creo que existen todavía, terceras alternativas.
A.H.: Sí,
también una cosa interesante es pensar qué es crítica
desde hoy, ¿no? A qué llamamos crítica. Porque
también la palabra está muy connotada y no estaría
mal revisar, sobre todo algunas palabras que son lanzadas así,
como que sobreentendemos, entendemos de qué estamos hablando...
Y de algún modo parecería que todo está encomillado
y sobreentendido...desde una ligera sospecha que todos ya a esta
altura desnaturalizamos…, pero sin demasiado análisis.
F.A.B.: Y es
todo provisorio, ¿no?
A.H.: Inclusive
lo que planteaba Pío, esto de tener un éxito doble,
digamos, por las dos vías. Si empezamos a encomillar el éxito
crítico y el éxito del mercado…
P.T.: Pero una
cosa de la que estábamos hablando se relaciona con esto antes.
Creo que viene completamente en pro, perfectamente en el mundo del
arte a través del arte conceptual la idea. Porque me parecía
que... y en la Argentina me parece que se ve muy claro pero me parece
que en otros lugares también. Sigue estando presente la discusión
si el artista como un fabricante, como vos lo nombraste recién,
como si sos un tipo que se encierra y hace una cosa en su estudio,
el modelo clásico, o -a través del arte conceptual-
si lo que se produce es o bien ideas o bien conversaciones. Entonces,
ahí es un modelo completamente diferente, donde a mí
se me ocurre que el artista podría ser igual que un publicista.
Por eso me gustaba la palabra divisa y ustedes antes habían
usado la palabra... no sé si era marca, brand o algo así,
como, bueno, finalmente lo que está produciendo el artista
-que puede ocupar un lugar en el espacio público- es una
marca. ¿Por qué? Porque pareciera ahora, que a través
de tanta crítica post arte conceptual podríamos tener
una serie de objetos que en realidad son una especie de extensión
de representación de un discurso mucho más que antes,
que sí el toque de una huella que tenía su valor.
Ahora parece cada vez menos. Entonces, yo decía, tenés
este modelo del artista como productor de ideas o productor de conversaciones
que, en comparación con el otro, es un modelo bien diferente.
A.H.: Igual
yo pienso que con la publicidad hay una gran distancia en el sentido
de que la publicidad trabaja sobre lo previsible y el cálculo.
P.T.: El cálculo
de efecto. Ahí hay algo muy interesante, y sobre todo que
lo ves en las publicidades actuales... No sé, ahora por ahí
pasó un poco la moda, pero en un momento era muy claro que
tenían que ser absurdas, en muchas todavía. Entonces,
yo digo, me parece que la publicidad está captando esto que
vos decías, el arte tiene un efecto muy poderoso de choque
sobre el absurdo, llamémoslo absurdo. Vos podés generar
un estado de shock para alguien que pueda modificar su punto de
vista a través de decirle: "mirá, no se sabe
bien cómo son las cosas". Wow. Y me parece que los publicistas
están como apropiándose de ese hecho.
F.A.B.: Eso
me parece que es permanente, ese trasvasamiento, digamos, de formatos
y de ideas. Esto es histórico, en el campo de la publicidad
y no sólo la publicidad.
A.H.:. Bueno,
siempre la publicidad tomó como referentes los distintos
trabajos artísticos, inclusive del cine.
F.A.B.: Claro.
Ahí iría yo a plantear esto de la tercera posibilidad,
que es... bueno, voy a citar a Ricardo Basbaum, que es un amigo
y un teórico con un filo poco frecuente. El dice, por ejemplo,
que el arte es el campo de investigación más avanzado
que existe en la actualidad. Y por supuesto que no lo dice en un
sentido positivista o tecnológico, sino que lo que está
diciendo es, me parece, justamente, está hablando de esa
frontera de la que hablabas vos hoy...
P.T.: Perdoname,
¿lo podés repetir? ¿Cómo era?
F.A.B.: El arte
es el campo de investigación más avanzado que existe
en la actualidad. O sea, eso es lo que yo llamaría conservar
esa potencia crítica, que era un poco lo que vos planteabas.
A.H.: Absolutamente.
F.A.B.: Y cómo
hacer para mantenerse en esa frontera, que esa frontera es al mismo
tiempo la frontera de los modos de conocer. O sea, la cuestión
de lenguaje que decíamos hoy, que lo político en el
arte es justamente generar una revolución a nivel de su propio
lenguaje en un punto. Por supuesto no de manera aislada como una
cápsula. Sino que ya casi es ocioso hablar de lenguaje en
conexión con lo social porque esta cuestión de la
autonomía está ya desde hace mucho tiempo, desde las
vanguardias.
Me parece que esta posición sería la tercera. O sea,
mantenerse en el margen de la frontera y desde ahí tratar
de sostener ese corrimiento permanente, de mantener ese costado
de margen del campo. Mantenerse en el margen del campo, como puesto
de observación, como puesto de combate si quieren... Como
puesto de investigación, de combate y de observación,
de las tres cosas juntas.
A.H.: Sí,
es el lugar donde podés estar atento, porque te permite tener
una distancia tanto del campo del mainstream del arte pero, al mismo
tiempo, en la localización en la que se está produciendo
esa situación. Entonces, justamente generar este foco de
trabajo acá, en una feria de arte, me pareció como
ir hacia ese lugar, hacia ese límite posible y al mismo tiempo
que pudiera funcionar como un lugar de desvío.
P.T.: Yo haría
como una especie de advertencia. Que sería: está bueno
ir hacia la frontera pero, como toda frontera, es peligrosa. Hay
que decirlo. Porque pensaba esta definición, que me parece
genial...
A.H.: ¿Y
cuales serían los problemas con el peligro?
P.T.: No, no,
te digo como políticamente, esto que decía que es
el campo de investigación más avanzado que hay...
Siempre bromeamos en m777 sobre "el arte es la avanzada del
capitalismo". Por ejemplo, en arquitectura, en urbanismo, ves
el proceso de gentrificación, que es... ¿palermización
le dicen acá? Que es: empiezan los artistas, saben cómo
captar los nuevos lenguajes de la ciudad, van a un lugar, revierten
completamente el sistema de valores de la tierra y cambian absolutamente.
Bueno, lo que dicen los urbanistas -yo no estoy de acuerdo pero
es el lugar común- destruyen las ciudades. Y entonces yo
decía: y es porque el arte sabe cómo comunicar...Y
sabe cómo darle valor a algo que no tiene valor. Pero entonces
yo digo: como están en la frontera, y la frontera es peligrosa,
el arte quizás no es tan bueno. En un punto, digo. Por ejemplo,
para un urbanista más o menos crítico contemporáneo,
si hiciéramos esta hipótesis -que no es tan difícil
de demostrar- que siempre los procesos de gentrificación
empiezan como un barrio artístico, entonces yo digo, para
este tal urbanista -crítico, más o menos de izquierda
y formado- diría: "bueno, vamos a pensar qué
está haciendo el arte porque está destruyendo las
ciudades". Digo, es un poco exagerado pero es para darle una
especie de aspecto a esta frontera que estamos tratando de definir.
Que al mismo tiempo me parece fascinante y me parece que es una
de las posibilidades. Te digo, es peligroso porque hay como algo
potente.
F.A.B.: No,
de hecho yo creo que sí, que ese riesgo está pero
es un riesgo que hay que tomar en función de esa libertad
ganada. De estar a la altura de las circunstancias, por decirlo
de alguna manera.
P.T.: Claro,
qué haces.
A.H.: cuando
se habita esa zona de peligro, no siempre estás conciente
de estar en ese lugar.
P.T.: Porque
si no te vas.
A.H.: Es posible.
P.T.: Pensaba
que hay muchas cosas geniales en esa zona, pero que yo creo que
no sabemos cuales son los efectos muchas veces. Lo cual lo hace
políticamente... Digamos, si yo fuera políticamente
correcto diría que lo hace políticamente sospechoso.
F.A.B.: Claro.
Hay una responsabilidad que conlleva esa libertad, ¿no? O
sea, la potencia, la libertad o todo esto que son rasgos que uno
quisiera ver siempre asociados de alguna manera a la práctica
artística llevan una responsabilidad que es la misma que
uno se podría plantear en el sentido de preguntarse si realmente
vale la pena traer una imagen más a un mundo absolutamente
polucionado de imágenes. Entonces, cada vez que vas a producir
una, o un gesto que va a derivar en última instancia en una
imagen, te preguntás si realmente vale la pena hacerlo. O
cuál es el sentido de hacerlo, más allá del
yo artístico, que es algo en lo que yo no creo como valor...
A.H.: Vos lo
centrás en el sentido de la imagen sobre todo. No te referís
a la escritura o a otro tipo de producciones.
F.A.B.: Por
supuesto que también es extensible a cualquier práctica
subjetiva que de repente aparezca con pretensiones de ocupar un
lugar en el espacio de los discursos sociales, del proceso social.
Lo haría extensible.
P.T.: Estoy
gentrificando...
P.T.: Lo que
me parece interesante del espacio este es que... quizás tendría
que haber más lugares así, o qué tendría
que ser la próxima vez, es un buen lugar donde vos podés
decir justamente: no se sabe bien. No es que está bien o
que está mal... O, ¿qué es esto? Eso me parece
bastante interesante.
Te parás acá y decís: ArteBA es un lugar. ¿Cómo
funciona? Y no sabemos si está bien o está mal. Eso
me parece bastante poderoso. No sé qué hay que hacer
con eso, pero...
A.H.: Pero fue
más o menos así hasta ahora, ¿no?
P.T.: Sí.
F.A.B.: Lo que
quería decir, si tienen ganas, es leer una cosa cortita,
de un texto de Marcelo Cohen que me parece que está bueno
porque... En realidad, me parece que es un texto que es casi como
una especie de estado de cosas o de manual de acciones. Está
escrito en función de la literatura, me parece que la idea
sería como traspolarlo a la cuestión del arte. O sea,
lo que habría que hacer es sencillamente reemplazar: donde
dice literatura léase arte, y creo que se va a entender un
poco lo que digo. El texto se llama: "Prosa de Estado y estados
de la prosa", que fue publicado en el último número
de la revista Otra Parte, y me parece un texto muy importante, en
el sentido que define cuestiones de este dilema que veníamos
planteando al principio. Bueno. Cohen dice:
Llamo prosa
de Estado al compuesto que cuenta las versiones prevalecientes de
la realidad de un país, incluidos los sueños, las
fantasías y la memoria. La prosa de Estado instituye un supra-estado
que excede a todo aparato estatal. (Yo acá, en lugar de prosa
de Estado, diría arte de Estado) En la Argentina, sus ingredientes
básicos son los anacolutos del teatro político, las
agudezas publicitarias, el show informativo y sus sermones, la mitología
emotiva de series y telenovelas, la pedagogía cultural, psicológica
y espiritual de los suplementos de prensa, las jergas progresistas,
juveniles y canallas parasitadas por los comunicadores, todo con
incrustaciones de traducciones españolas y doblajes centroamericanos.
La prosa... (cada vez que diga prosa voy a decir arte). El arte
de Estado plasma los valores de la mente pequeño-burguesa
-avance, posesión, distinción y a la vez pertenencia-,
tan seductores que absorben a los desposeídos y conquistan
a los oligarcas que antaño los despreciaban. Es enloquecedor,
mantiene vivo el deseo de mercancía y fomenta la persecución
de metas contradictorias. Y, en contra de su proverbial filisteísmo,
hoy ya no recela del arte, al contrario, se refuerza, ecumeniza
y eleva patrocinando un arte que expresa, y hasta expresa bien,
cosas que los demás discursos del arte de estado no saben
articular. Los artistas hablan de la angustia y el mal y la ambivalencia;
proveen sabiduría y ética; también señalan
saludablemente las llagas de los hablantes. El arte de Estado se
reviste incluso de una poesía de Estado (que sería
una imagen de Estado) como en el gusto de los políticos por
la lírica combativa. Porque así como el estado democrático-religioso
necesita oposiciones complementarias, el arte de Estado sólo
puede implantarse si se reconoce débil e incompleto. Para
fortalecerse, mantiene al arte en invernadero, exquisita flor-ortiga,
pero dentro de su parlamento total.
F.A.B.: Haciendo
esta extrapolación al arte de la literatura, en el artículo
hay más cosas interesantes. Me parece que esta cuestión
de un acumulado, digamos, del arte de Estado como un acumulado del
cual todos formamos parte y al cual todos contribuimos, se convierte
en ese mainstream y ocupa todo el espacio. No hay absolutamente
ningún margen, y ahí deviene la cuestión de
lo saludable de colocarse al borde para mirar todo, al menos, si
no podemos salirnos del todo, desde el lugar más alejado
posible.
P.T.: Lo interesante
del texto es que él hizo una performance, que le cambió
una palabra.
A.H.: El centro
se corre con nosotros. Como vos empezaste hoy diciendo "qué
pasó que en tres años cambió la feria y se
convirtió en feria de arte contemporáneo". Yo
lo que sí me acuerdo es que estuve en el año 96 en
la feria de Londres, y la feria de Londres en el año 96 era
una feria “anticuada”. Y también sufrió
en pocos años todo un proceso, como todas las ferias de arte
de occidente, se fueron desplazando hacia la contemporaneidad porque
es la lógica del mercado.
F.A.B.: Es la
respuesta a lo que decía Pío.
P.T.: La gentrification
del arte.
A.H.: El tema
no son los desvíos del mercado, el tema es qué hacemos
nosotros.
P.T.: Fijate
que es interesante la organización de ArteBA, que está
el Barrio Joven que es como Palermo, que va a terminar gentrificando
al resto.
A.H.: Sí,
claro.
P.T.: Dos, tres
años y tenés el barrio no sé cual, que va a
ser el que después va a...
A.H.: No, y
también me llama la atención que acá no haya
una feria paralela en simultaneo.
F.A.B.: Bueno,
pero está Periférica, del año pasado. Y a propósito
de Periférica también se plantea esta cuestión
que conversé con Gustavo López, que fue uno de los
organizadores, que en algún punto como encuentro de espacios
alternativos -o como queramos llamar a esta localización
incluso política, ¿no?- también tomó
un montón de cosas que tenían que ver con ArteBA,
sorprendentemente…
P.T.: Buenísimo.
F.A.B.: ¿No?
También se da lo mismo que decías vos...
A.H.: Claro.
P.T.: La vanguardia
está en el centro también.
F.A.B.: Hay
una contaminación también de ese tipo.
A.H.: Te obliga
a estar todo el tiempo pensando qué reglas son las que aparecen
y cómo tu subjetividad opera con estas reglas.
F.A.B.: Otro
fenómeno es el de las galerías tradicionales como
Palatina y Praxis que están coptando artistas contemporáneos
que antes sólo exponían en Belleza y Felicidad o en
el Rojas.
P.T.: Bueno,
también es una cuestión de edad.
F.A.B.: Quiero
decir, esas galerías que tenían mucho resto económico,
¿no?
A.H.: Ese es
otro tema.
F.A.B.: Digamos,
no estaban dedicadas al arte contemporáneo y de repente también.
Paralelamente a este proceso de cambio... Es decir, vemos arte contemporáneo
en lugares donde antes no se veía. Y esto yo también
lo escuché en una charla en la que estuvieron Rafael Cippolini
y Roberto Jacoby, que lo planteaban como un rasgo del mercado, con
lo que yo coincido. Pero de alguna manera se está dando un
aplanamiento general. Y ese aplanamiento aparece con el sello o
con la marca del arte contemporáneo. Ahora, ¿qué
es el arte contemporáneo, qué es eso que se aplana
y que aparece por todos lados, que se enuncia de esa manera? Pregunto,
no sé.
A.H.:
Sobre todo, yo noto que en la Argentina -en comparación con
Holanda, donde tuve la oportunidad de estar más tiempo y
veces que en otros paises- los artistas acá no tenemos otros
incentivos, más allá de algunas becas que existieron
hasta hace poco. Verdaderamente no tener ni siquiera un espacio
que vos digas: es el espacio de arte contemporáneo donde
se preserva un archivo, donde se muestran los proyectos contemporáneos,
donde se invita a artistas o investigadores a producir sus proyectos.
No se estimula de ningún modo estos aspectos claves del arte
contemporáneo. Es decir, verdaderamente funciona de modo
privado, con iniciativas privadas -está el Malba incluso
-, con estrategias estándares. Y posiblemente los coleccionistas,
el mercado del arte, tienen un peso mayor que en otras realidades
porque la política cultural es muy básica. Están
los estudiantes que egresan de las escuelas de arte con pocos recursos,
no hay postgrados.
P.T.: Bueno,
te perdiste el texto que traje yo. Me parece que lo que pasa en
muchos lugares de Europa donde hay mucha subvención, es que
ahí siempre... Bueno, sin criticarlo de plano, pero yo creo
que es arte de estado.
F.A.B.: Bueno,
obviamente. Contraportada
P.T.: Es arte
de estado, con los éxitos que puede tener.
A.H.:
Ok hagamos diagnósticos…
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